En el décimo aniversario de la muerte de Nestor Kirchner, FM Oeste comparte historias publicadas por el periodista Daniel Miguez en su libro “Kirchner Íntimo”.
Por Santiago Alonso
El material fue publicado por Planeta en el año 2011 con historias no tan conocidas sobre el ex presidente. Miguez trabajó en el diario Clarín y fué uno de los periodistas que mejor lo conoció.
“¿Por qué tengo que tener un segundo mandato?”
Esta historia lleva al lector al 29 de diciembre de 2005. Kirchner ya llevaba dos años de mandato. Miguez se encontraba en la oficina de Alberto Fernández. Buscaba información sobre el pago de un vencimiento al Fondo Monetario Internacional para publicarlo en Clarín, diario para el que trabajaba.
No eran tiempos de guerra entre la administración peronista y el conglomerado de comunicaciones más grande el país. Corrían vientos de diplomacia y trato amigable.
Algo para picar
“Kirchner siempre hacía lo mismo: corría un poquito la cortina de la puerta vidriada que, con un pequeño hall de por medio, separaba ese despacho del suyo, y espiaba. Según con quién estuviera el Jefe de Gabinete, abría le puerta y entraba o se volvía”, relata Míguez en “Kirchner Íntimo”.
El presidente, al ver que estaba el periodista con Fernández, entró para saludar por el fin del año. A la mañana siguiente viajaba a El Calafate para tomarse una semana de vacaciones. “Pedimos algo para picar?”, propuso. Fernández ya había pedido. Entró el mozo con sandwiches de jamón y
queso y unas gaseosas.
Miguez relata que el presidente solía pedirle opinión a su interlocutor sobre decisiones de gobierno o la gestión. “Las veces que me tocó a mi traté de ser lo más sincero posible. Le decía todo lo que me parecía bien y lo que creía que faltaba“, cuenta el comunicador en el libro.
En relación al rumbo económico le pidieron a Miguez una mirada sobre el rumbo económico. La respuesta fue: “No tengo dudas de que se achicó la brecha, pero creo que en tu segundo mandato sería bueno ir más a fondo con las políticas distributivas”.
“Eso lo vamos a hacer siempre, sin pausas pero sin saltos al vacío”, contestó Nestor. Hizo un silencio y preguntó a Miguez “¿Y por qué tengo que tener un segundo mandato”
“¿Cómo por qué? Me parece que la gente quiere que siga este modelo”, respondió.
“Ah, bueno, pero puede seguir siendo el modelo sin que siga yo. Puede ser alguein que represente este proyecto igual que yo, que sea capaz, que tenga coraje y que sea de absoluta confianza”.
“Algún ministro, algún gobernador”, infirió el periodista de Clarín
“Qué machista! ¿Por qué no una mujer?”, preguntó Néstor.
“Cristina!”, afirmó Miguez
Nestor con los brazos pegados al torso, levantó los antebrazos con las palmas hacia adelante y las muñecas levente torsionadas hacia atrás.
“Puedo escribirlo?”
“Ni loco, cuando sea el momento”, adviritó el presidente. Luego se levantó, lo abrazó, le deseó un feliz año nuevo para el y su familia y se fué. Seis meses después, ya en junio, comenzaban las versiones de “Cristina candidata”. Pero Miguez no pudo escribir el artículo para Clarín por que ya no trabajaba en la sección sobre política.
“Che, majestad”
Es sabido que a Kirchner nunca le agradaron el protocolo y las formalidades. Consideraba que se trataba de rituales arcáicos y que lo importante era la política y un proyecto y no los modos de saludar o tomar el bastón, cuenta el escritor.
El primer gran acto protocolar llegaría un 12 de noviembre de 2003. A tan sólo seis meses de haber asumido en medio de un país en llamas.
Venían a nuestro país los Reyes de España y comenzaban los preparativos para el encuentro de los dirigentes. El personal de ceremonial y protocolo buscó por todos los medios instruir a Kirchner sobre los modos de saludar. “Si, si”, decía Néstor a sin prestarle atención a las indicaciones que le daban.
El trato era el siguiente: a los presidentes podía llamarlos por su nombre si había algún grado de confianza y si no simplemente “presidente”.
Esto no era así al revés. Los mandatarios no podían decirle “rey” y mucho menos llamarlo por su nombre . El único trato posible era “Su Majestad”, algo que a Kirchner le parecía sumamente incómodo.
El 11 de noviembre de 2003 arribaron al país los invitados de la realeza española . La noche no acompañó en absoluto en términos climáticos, el avión llegó en medio de una tormenta intensa y el piloto debió hacer un sinfin de maniobras para evitar estrellarse contra la pista del Aeroparque, según le contó al presidente un piloto de la Fuerza Aérea Argentina.
La primera actividad era una visita al Glaciar Perito Moreno en El Calafate. Tanto Nestor como Cristina recibirían a los Reyes. Caminaron por el Lago Argentino y Néstor se animó a decir un par de veces “Su Majestad” ante Juan Carlos de Borbon.
Sin embargo, en un momento rompió el protocolo y al tocarle el brazo le dijo “Che, Majestad”. El Rey rió.
Llegaría al dia siguiente una lujosa cena de gala en el Palacio San Martín en Cancillería. Kirchner volvió a referirse al Rey como “Su Majestad” y en otros momentos “Majestad” a secas. Sin embargo, no pudo con su genio y le confesó a Juan Carlos:
“La verdad, me cuesta llamarlo Su Majestad”
“Pero hombre! Llámame Juanito!” fue la respuesta entre risas.
A partir de ese diálogo en el que Kirchner apoya su cabeza en el pecho del Rey, se produjo la siguiente foto que recorrió el mundo: